Ante la Puerta del Destino

Hay veces que ante la Puerta del Destino te das cuenta de que hay cosas que no te cuadran, pero como matemático y poeta te consuela comprobar que desde los tiempos de Pitágoras, un ángulo recto, dos catetos y una hipotenusa, resolvieron la ecuación de sus relaciones cordiales.


Tras la Puerta del Destino siempre hay una playa en la que naufragar, la Playa de los Paramecios, en la que no dejan naufragar a nadie que sepa Geometría.


Cuestión de escuadra, compás y saber nadar, para que no te quiten la ropa de quedarte desnudo ante la Puerta del Destino.·.

© José María Suárez Gallego

Esperando a 2022

#CorresponsalDeBarra
Se va 2021 y apuesto para 2022 por los que siempre construyen y nunca tiran la toalla. Por los centinelas del amanecer. Por los que siempre están en el campo de batalla media hora antes de que llegue el enemigo.
Brindo por los que te dicen que hoy puede ser un gran día,
¡Y coño, batallan para que lo sea!
Brindo por los que nunca se rinden.
Brindo junto a los que nunca se rinden y se van media hora más tarde del campo de batalla sin haberse rendido y sin haber tirado la toalla.
Brindo por los que desde ya comienzan a construir 2022 con los escombros de 2021.
Brindo por los que no hacen grandes cosas, sino que las pequeñas cosas las hacen a lo grande.
¡Brindo por ti, centinela del alba, que ya traes encendida la llama viva de 2022!

El almanaque del desahucio

#Microrrelato


A la pobre mujer el banco en el que cobraba la pensión y la desahució, cada Navidad le regalaba el almanaque del nuevo año, en el que marcaba con una cruz el día que cambiaba la bombona de butano.

El día del desahucio se quedó olvidado en la pared de la cocina, junto a toda una vida vivida entre aquellas paredes y la bombona de butano a medio gastar.

© José María Suárez Gallego

Escupir a barlovento

El autor en Los Toros de Guisando (Avila) (2002)

Recuerdo aquellos tiempos en los que cambié la trinchera del desencanto por el noble menester de ser corresponsal de barra tabernaria, más que de guerra de salón, en los que guardaba en el cajón de mi mesa un diario de vivencias –sempiternamente inédito— al que titulé “Escupiendo a barlovento”, y cuya dedicatoria decía así: “A mis amigos en el poder. Piadosamente”.

Escupir a barlovento es la lección primera que ha de aprender todo grumete a la hora de embarcarse, ya sea por mera aventura lúdica, ya sea por el sólo deseo de adentrarse en el mar tenebroso de las singladuras del poder. Escupir a contraviento, esquivando tu propio salivazo devuelto por la galerna, es la reválida que la universidad de la vida le hace pasar a todo aquel que lleva cumplida relación de todas las cosas que «me duelen hace tiempo en los cojones del alma», que diría nuestro Miguel Hernández.

© José María Suárez Gallego

El tiempo cura las heridas del tiempo

Con el tiempo todo pasa y todo deja de doler o de importar.

He visto a lo inolvidable volverse olvido, y a lo imprescindible ser arrinconado como unos zapatos viejos.

Pero, convéncete, no hay instantes vacíos. Todos hay que llenarlos de intensidad, convencido de que nada perdura más allá de la hora del desencanto.

© José María Suárez Gallego

El «año menos pensado» ha sido 2020

Y algún día este #CorresponsalDeBarra podrá decir y escribir que hubo un tiempo durante la #PandemiaDe2020 que fue un #CorresponsalDeGuerra en la lucha contra el virus, los negacionistas, cabezas cuadradas, oportunistas de la política, políticos oportunistas, dromedarios sin desierto, robinsones sin isla, olas sin playa, poetas sin estrofas, partituras sin pentagramas, y sobre todo, agoreros de mundos peores que ellos son capaces de construirnos para nuestra desgracia.
¡Volveremos a las barras y volverán a ser nuestra patria de la concordia y de la palabra! Con mas banderillas picantes que banderas hirientes, con más ensaladilla rusa que rusos en la ensaladilla, con más callos con garbanzos, que garbanzos en los zapatos que nos aprietan los callos, con mas taberneros de cabecera que nos pregunten: ¿lo de siempre?, que quienes nos prometen el cielo y nos meten en un infierno repleto de «nuncas». Cuando todo esto pase diremos, si salimos vivos de él, que vivimos «el año menos pensado» (que alguna vez en la vida llega) en el que creímos que éramos tan diferentes en lo que la vida nos da, cuando todos somos tan iguales en lo que la vida es capaz de quitarnos, y llegado el caso, nos quita.
¡A mis amigos muertos, desde la emoción de la barra que compartimos!
A mis amigos aún vivos: ¡A ver cuando nos vemos y echamos unas cañas!
(A Jorge, in memoriam)

© José María Suárez Gallego

Contrabandistas del mes de octubre

#AmanecerEnGuarroman

¡Mediado septiembre ya presentimos octubre!

Octubre siempre es el mismo mes de octubre, aunque le broten noviembres nuevos y lo hayan regado con los mejores septiembres.

Octubre es una versión de lo mismo, respetando lo mismo, transgrediendo lo mismo, innovando lo mismo, prometiendo lo mismo, engañando a los mismos, y quemándole el mismo incienso a los santones de siempre.

“Monotonía de lluvia tras los cristales” que escribiría don Antonio Machado en su aula de Baeza. Es la misma cantinela: “Mil veces ciento, cien mil; / mil veces mil, un millón”.

Millones de parados, millones defraudados, millones presupuestados, millones de olivos, Euromillones, millones de estrellas, millones que se pierden, millones de votos, millones de glóbulos rojos que se desangran por las Escaleras de Odessa huyendo de los mismos cosacos.

Los mismos tontos útiles sosteniendo las mismas utopías de siempre. Los mismos listos inútiles diluyendo los mismos sueños de siempre.

¡Las mismas mil veces mil, son el mismo millón, don Antonio!

¡Ay! Si mañana amaneciéramos en otro octubre convertidos en pez, en sonrisa o en patada en la entrepierna propinada a los mismos de siempre. Les haríamos sentir el dolor nuevo del mismo victimismo de siempre, ese que espera con la misma esperanza que las mismas promesas no nos traigan los mismos desencantos, ni los mismos piratas, ni los mismos contrabandistas de los octubres de siempre.

© José María Suárez Gallego