Sobre el nombre de Guarromán: Etimología y vicisitudes

Por © José María Suárez Gallego

Cronista oficial de Guarromán y La Mesa (Carboneros), decano de los cronistas oficiales de Sierra Morena, consejero de número del Instituto de Estudios Giennenses (CSIC), y director del Seminario de Historia y Cultura Tradicional “Margarita Folmerin”.

Ni que decir tiene que la primera peculiaridad que exhibe Guarromán al viajero que la visita es su propio nombre, el cual suscita, al menos, en quien lo oye por primera vez, el esbozo de una sonrisa sin malicia, y tal vez las más descabelladas elucubraciones sobre su significado. Poseer un nombre de chocante sonoridad, como es el caso de Guarromán, y estar ubicado junto a la muy transitada autovía de Andalucía, donde tantas oportunidades hay de exhibirlo, supone ante todo, más que un reto para un investigador de historia local, un acicate más para dar a conocer a los cuatro puntos cardinales que tras este peculiar topónimo se esconde un bello, cuando no poético, significado.

Pero antes que nada deshagamos dos entuertos sobre esta cuestión, ambos basados en dos errores muy extendidos, que no por ser muy repetidos han de llegar a ser ciertos. Uno de ellos es aquel en el que se suele hacer todo un alarde de falta de imaginación y, sobre todo, de poca agudeza de ingenio, cuando se asegura por algún que otro indocumentado, que Guarromán es la unión de dos vocablos, uno de origen español, “guarro”, y otro tomado prestado del inglés, “man”, cuyo significado es hombre, y que induce a pensar a los poco informados que Guarromán quiere decir “hombre guarro”, así sin más. Incluso ha llevado a creer a algunos, que conocen las raíces germánicas de los primeros colonos de esta real población de Carlos III, que el vocablo “man” en realidad es de origen alemán, pues también en esta lengua “mann” (con dos enes) significa hombre, con lo cual quiere buscársele fundamentos históricos a lo que no deja de ser un mero desatino filológico.

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