
Maneke Neko
Microrrelato
Todas las mañanas al pasar por el escaparate del bazar chino, un gato mecánico me decía adios con su brazo oscilante. Como nunca se marchaba supuse que a quien despedía siempre era a mí. Ayer lo compré y sus pilas eléctricas se las coloqué al reloj de la cocina. Esta mañana me pareció que la aguja del segundero se movía oscilante y me despedía mientras desayunaba.
© José María Suárez Gallego
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