Hay quiénes invierten todo su tiempo en decirnos y repetirnos lo buenos y sabios que son, y no les queda ninguno para aprender a disimular y maquillar lo malos y tontos que se les percibe.
¡La egolatrína es el mejor disolvente con el que se diluye la sabiduría y la sensatez!
© José María Suárez Gallego