Nunca habíamos hablado antes,
aunque cada noche coincidíamos
en la puerta del ascensor.
Al entrar a él, a ella se le cayó la bolsa de papel que llevaba en sus manos.
— ¿Qué llevas ahí? -Le pregunté, evitando que la mayonesa manchara mis zapatos-
— La cena de esta noche. -Me contestó recomponiendo los destrozos-
— ¿Te la ordeno por estrofas? -Le dije en un intento de ayudarla-
Elevamos nuestros sueños en una mirada,
y en su apartamento cenamos juntos el poema
que siempre habíamos deseado escribir cada noche.
© José María Suárez Gallego. Del libro (inédito) Por si llega Godot»