Un perro
tiene la niña buena
¡ay! que yo la sueño
Un palacio de papel
y un jardín con capullos abiertos
¡ay! que yo la quiero
Un cuerpo
de walkyria frágil
¡ay! que yo me muero
Un osito
de peluche negro
¡ay! que yo me he muerto
La niña buena
no trajo crisantemos
a mi tumba
A la una
a las dos
a las tres
La niña buena
jugaba con su muñeco
(Después se supo
que en los paneles informativos
del aeropuerto de Narita en Tokio
no escribieron nuestros nombres
lo que no influyó
en la baja del indice Dow Jones
según la Bolsa de New York)
La niña buena no se fue
ni yo me he muerto.
© José María Suárez Gallego